Grupo B / Setiembre
Existen ciertas lógicas en el orden de la disciplina
urbanística que deben respetarse para que la ciudad goce de un correcto
funcionamiento y sea agradable desde un punto de vista estético. Dichas lógicas
son solo conocidas y manejadas por los profesionales del área; arquitectos
urbanistas, así como existen falencias que solo estos son capaces de percibir
gracias a su previa formación.
Sin embargo, existen otras omisiones que son apreciables por
los ciudadanos corrientes; por ejemplo el problema de asoleamiento de la rambla
de Pocitos, donde la morfología de la misma genera la problemática de la sombra
sobre la playa a horas tempranas de la tarde, o los inconvenientes producidos
por la gran cantidad de terrenos baldíos y edificios abandonados que penetran la ciudad. Pero hay un problema
en particular que en los últimos años aqueja a los habitantes montevideanos: la
traba circulatoria que caracteriza a nuestro tejido urbano.
Recientemente, gracias al abrupto aumento en la cantidad de
autos que hay en Montevideo, el tránsito vehicular se ha acomplejado
notoriamente, agravado por inexactitudes en la forma misma de algunas de las
calles que integran el tejido o la descoordinación de algunos semáforos por
ejemplo. A su vez es evidente la falencia de la urbe respecto a la falta de
ciclovías que facilite el tránsito para las bicicletas y por lo tanto la
circulación peatonal.
En
consecuencia, algunas medidas han sido tomadas por la municipalidad,
disminuyendo el transporte público en
zonas claves o implantando el ‘‘Solo Bus’’ y creando corredores como el Garzón
y el Gral. Flores para diferenciar las vías para automóviles de las de ómnibus.
Sin embargo, no se han conseguido diferencias notorias con la situación
anterior e incluso algunas dificultades se han visto desmejoradas.
Específicamente en una de las avenidas mayormente
transitadas de la ciudad como lo es Avenida Italia, los conflictos generados a
raíz de la compleja circulación vehicular crecen exponencialmente, pareciendo
ser ignoradas por las autoridades.
Desde
Tres cruces hasta Carrasco los autos se aglomeran a la espera del cambio de luz
a los semáforos, desde la mañana hasta la noche y de lunes a lunes, delatando
que la avenida es una de las pocas calles de la ciudad por las que nunca se
puede transitar sin sufrir atropellos de ningún tipo. Incluso en algunos tramos
de la misma, sobre todo en los barrios Buceo y Malvín las fachadas sobre la vía
se ven ‘‘recortadas’’ como consecuencia de anteriores intervenciones
urbanísticas fallidas.
Curiosamente Avenida Italia fue
perspicazmente proyectada con un gran cantero central de forma tal de permitir
un futuro ensanchamiento, previéndose un posible crecimiento en la circulación.
Hacer el cantero más estrecho generaría la posibilidad de tener una vía más de
cada lado, evitando el embotellamiento y accidentes, y permitiendo un tránsito
fluido y más ordenado.
Personalmente solo tomo Avenida Italia ocasionalmente, y en
todas las oportunidades me planteo a mi misma no hacerlo nunca más debido a lo
dificultoso del tráfico que la caracteriza. Considero que medidas deberían ser
tomadas cuanto antes, de forma tal que dicha vía se transforme en una opción
rápida de ‘‘atraviesamiento’’ de la ciudad, permitiendo paulatinamente la
liberación de la rambla para un uso más recreativo y de paseo.
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