sábado, 9 de noviembre de 2013

Avenida Italia

María Giordano
Grupo B / Setiembre



Existen ciertas lógicas en el orden de la disciplina urbanística que deben respetarse para que la ciudad goce de un correcto funcionamiento y sea agradable desde un punto de vista estético. Dichas lógicas son solo conocidas y manejadas por los profesionales del área; arquitectos urbanistas, así como existen falencias que solo estos son capaces de percibir gracias a su previa formación.

Sin embargo, existen otras omisiones que son apreciables por los ciudadanos corrientes; por ejemplo el problema de asoleamiento de la rambla de Pocitos, donde la morfología de la misma genera la problemática de la sombra sobre la playa a horas tempranas de la tarde, o los inconvenientes producidos por la gran cantidad de terrenos baldíos y edificios abandonados  que penetran la ciudad. Pero hay un problema en particular que en los últimos años aqueja a los habitantes montevideanos: la traba circulatoria que caracteriza a nuestro tejido urbano. 

Recientemente, gracias al abrupto aumento en la cantidad de autos que hay en Montevideo, el tránsito vehicular se ha acomplejado notoriamente, agravado por inexactitudes en la forma misma de algunas de las calles que integran el tejido o la descoordinación de algunos semáforos por ejemplo. A su vez es evidente la falencia de la urbe respecto a la falta de ciclovías que facilite el tránsito para las bicicletas y por lo tanto la circulación peatonal.
En consecuencia, algunas medidas han sido tomadas por la municipalidad, disminuyendo el  transporte público en zonas claves o implantando el ‘‘Solo Bus’’ y creando corredores como el Garzón y el Gral. Flores para diferenciar las vías para automóviles de las de ómnibus. Sin embargo, no se han conseguido diferencias notorias con la situación anterior e incluso algunas dificultades se han visto desmejoradas.    

Específicamente en una de las avenidas mayormente transitadas de la ciudad como lo es Avenida Italia, los conflictos generados a raíz de la compleja circulación vehicular crecen exponencialmente, pareciendo ser ignoradas por las autoridades.
Desde Tres cruces hasta Carrasco los autos se aglomeran a la espera del cambio de luz a los semáforos, desde la mañana hasta la noche y de lunes a lunes, delatando que la avenida es una de las pocas calles de la ciudad por las que nunca se puede transitar sin sufrir atropellos de ningún tipo. Incluso en algunos tramos de la misma, sobre todo en los barrios Buceo y Malvín las fachadas sobre la vía se ven ‘‘recortadas’’ como consecuencia de anteriores intervenciones urbanísticas fallidas. 

Curiosamente Avenida Italia fue perspicazmente proyectada con un gran cantero central de forma tal de permitir un futuro ensanchamiento, previéndose un posible crecimiento en la circulación. Hacer el cantero más estrecho generaría la posibilidad de tener una vía más de cada lado, evitando el embotellamiento y accidentes, y permitiendo un tránsito fluido y más ordenado.
Personalmente solo tomo Avenida Italia ocasionalmente, y en todas las oportunidades me planteo a mi misma no hacerlo nunca más debido a lo dificultoso del tráfico que la caracteriza. Considero que medidas deberían ser tomadas cuanto antes, de forma tal que dicha vía se transforme en una opción rápida de ‘‘atraviesamiento’’ de la ciudad, permitiendo paulatinamente la liberación de la rambla para un uso más recreativo y de paseo.

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