Mariana Taullard
Taller de Urbanismo / Grupo A / Agosto
En un contexto de crisis global en América
Latina en el que los debates sobre el modelo productivo, el tipo de desarrollo
y las tensiones entre el modelo de desarrollo socio-productivo y el asunto
ambiental se amplifican de manera creciente, se desarrolla el campo de la
producción social del hábitat.
La expresión “producción social del
hábitat” supone la capacidad
de autoproducción, de los sectores populares, de viviendas, sectores de la
ciudad y los territorios que habitan. Un fenómeno que se ha reiterado en
el continente, más allá de que los procesos nacionales y locales muestren
diferencias en tiempos, escalas, modalidades y formas de relación con el
Estado. Esta capacidad autoproductora del espacio urbano, se desarrolla
generalmente en condiciones desfavorables, partiendo de severas carencias, restricciones
de financiamiento y con un marco jurídico inadecuado.
En cuanto a la ‘Tipología del Hábitat
Precario Metropolitano’ en Uruguay, se presenta el desafío de abarcar el
polarizado proceso de migraciones internas que consagran tanto, el
despoblamiento y ‘tugurización’ de barrios centrales como, la expansión de
periferias con carencias de servicios básicos. La expansión urbano-territorial
resultante en el Conurbano Montevideano constituye un hecho singular debido a
las particularidades de la dinámica y la distribución de ocupaciones del suelo.
El cambio demográfico de
hogares con menor número de integrantes y a su vez de mayor edad, generó la
caída del número de pobladores en barrios centrales y consolidados, lo que
impacto en la caída de la densidad de pobladores por Há. En lo que respecta al corrimiento
de bordes peri-urbanos, en la investigación llevada a cabo por Prof. Arq. Edgardo J. Martínez Camarotte “Transformaciones Urbanas Metropolitanas.
Transformaciones urbanas y sus pobladores en Montevideo metropolitano”,
registran tres variantes principales de ocupación del suelo en sitios con baja
densidad de viviendas. Las migraciones intraurbanas por parte de sectores
pudientes con nuevos hábitos en cuanto a la residencia; La intensificación del
uso de casas de veraneo reconvertidas en viviendas permanentes, generando
barrios satélites con aumento en la demanda para suplir insuficiencia del
acondicionamiento urbano del suelo en bajas densidades; La ultima variante
constituye la situación de familias pobres por pérdida de empleo, o salario
insuficiente que tienden a reubicarse en sitios precarios, dentro o en bordes, por
fuera de la trama urbana mediante acciones o transacciones informales en
resquicios de la ciudad o, por acceso a suelo en régimen rural.
La extensión y la
persistencia de la informalidad urbana de los últimos decenios en el Uruguay no
se explica solamente por la pobreza, no todos los ocupantes de Asentamientos
Irregulares (AI) son pobres, ya que existe más pobreza fuera de los
asentamientos, con más indigentes y sin o baja educación alojados en el tejido
formal. Otras respuestas a la pregunta del porque de la expansión informal,
constituye la falta o desenfoque de programas de vivienda social acompasado por
inversiones públicas sectoriales en materia de infraestructura en servicios
básicos. Esta situación propicia la transformación clandestina de suelo en
régimen rural a urbanizaciones informales, ilegales y precarias.
Bibliografía:
“Transformaciones
Urbanas Metropolitanas. Transformaciones urbanas y sus pobladores en Montevideo
metropolitano”. Prof. Arq.
Edgardo J. Martínez Camarotte. Fuente: http://www.farq.edu.uy/itu/sum/
“La
producción social de hábitat en América Latina. Desafíos para una Región en
transformación”. María Mercedes
Di Virgilio y María Carla Rodríguez. Fuente: http://www.cafedelasciudades.com.ar/
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