sábado, 27 de septiembre de 2014

TU: Nóblega, Andrea

El entorno de la Bahía como desafío de urbanismo.

La ciudad de Montevideo, desde sus inicios estuvo ligada al mar. Me refiero a mar como el río, ya que concebimos al Río de la Plata como un mar debido a su extensión, cuestión la cual ya tenemos naturalmente incorporada.  El mar facilitó el primer contacto que Montevideo tuvo con Europa gracias al puerto de Montevideo, y dicho vínculo fue incluso más fuerte que aquel  con el propio interior del país.

Sucesivamente la bahía se fue explotando,  por cuestiones mercantiles (no se explotó por cuestiones marineras a diferencia de otros países) y se comenzó a  combinar actividades portuarias, de vivienda y de ocio con todo lo que eso conlleva: tensiones entre los entes públicos y privados y clases sociales diferenciadas. Todas estas incorporaciones de actividades tomaron forma en el borde costero, pero condicionadas geográficamente de manera distinta. La costa de Montevideo se extiende como un borde de características naturales muy variables. Los vientos son una variable natural de suma importancia a tener en cuenta; no sólo se registran vientos de elevadas velocidades sino que en cada sector éstos afectan al terreno de manera distinta: las sudestadas incrementan la humedad y cambian la temperatura, trayendo consigo lluvias. El pampero por el suroeste trae grandes olas y vientos, y aumentan el nivel del agua.

Tomando en cuenta lo previamente dicho, es que insisto en enfatizar los límites de la bahía. Límites establecidos  por la naturaleza misma  acompañada de la  geografía de la ciudad. Recientemente leyendo el libro titulado “La mirada horizontal: el paisaje costero de Montevideo” observé las distintas franjas que podemos caracterizar en Montevideo: aquellos sectores de Montevideo que se vuelcan directamente hacia a la bahía, y aquellos otros que le dan la espalda debido a los grandes vientos o al desinterés que hay en ellos por vincularse con la costa. [1]











La bahía se extiende a lo largo del cerro y el arroyo Carrasco. El primer tramo es el de la costa de la bahía extendiéndose desde el cerro hasta la escollera de sarandí, donde se ubican principalmente grandes galpones y zonas dedicadas a la industria portuaria. La zona del frente costero sur, sí se vuelca más hacia la costa, ya sea con grandes parques abiertos hacia la costa o edificaciones de alto valor mirando hacia el mar, pero esta zona  posee  grandes vientos sobre todo en las zonas de barrios sur. Y por último el sector de playas del este, donde se vuelca de manera más directa al mar- puerto deportivo del buceo, continuación de edificaciones hacia el mar y las extensas playas.

Entiendo que la lectura de la bahía de Montevideo no es para nada homogénea, y no debería de serlo. Pero al mirar los proyectos e intervenciones que se realizaron en ella previamente y que hoy vemos, esta lectura no se lee. Sino que, la bahía de Montevideo se asemeja a un mosaico debido a las distintas intervenciones que se hicieron a lo largo de años -o incluso nunca se hicieron - según las demandas o incluso aparición de ofertas que crearon demandas potenciales y vieron la bahía como un lugar estratégico para ello. Es entonces que al observar la imagen que estas generan que la bahía se entiende por partes diferenciadas unas de otras y a la vez idénticas unas de otras. No parecería la forma más correcta  encontrar las mismas intervenciones sobre el lado de la bahía de la costa que en el frente costero sur o en el sector de las playas del este.  Es decir, no me refiero a que no pueda pasar, sino que se deben de tratar de manera cuidadosamente distinta. Se debería de crear un plan para diferenciar estas zonas y que respondan a su característica geográfica correspondiente. No es suficiente con crear grandes espacios públicos abiertos al mar, si solamente se pueden utilizar en pocos meses del año y luego quedan en desuso o mal utilizados.

Gracias  a  las riquezas que el mar ofrece que la ciudad de Montevideo debe de seguir buscando la mejor aproximación a la bahía, a qué hacer con ella: es una fuente inmensa de atracción económica, social, productiva, y cultural. Pero proyectos de manera aislada no funcionan. Ninguna franja de territorio es inmutable, sino que sufre los cambios que la sociedad le exige o naturalmente se dan. Es entonces que los cambios que el frente costero de Montevideo deben de dirigirse hacia un mismo lado. Considero que es vital considerar el futuro de estas zonas y cómo actuar en ellas. Julio Vilamajo (1946) sostiene : “La vertical es el gesto más limitado del hombre […] La horizontal en cambio, de horizonte a horizonte- ¡ahí está la belleza!” [2]. Se debería de indagar más en la identidad de la bahía como el horizonte hacia donde mirar. Montevideo es su bahía, es bello por su bahía.  Difícilmente uno puede imaginar a Montevideo sin su rambla y es por ello que todo sector de la población entonces se interesaría en dicha reforma.

Considero que se trata más de entender cómo funciona la bahía a intentar crear demandas. Sino simplemente, las futuras intervenciones no serían más que piezas del mosaico que la bahía de Montevideo hoy en día es. No importaría el nivel de intervención, los recursos utilizados ni el valor económico que el proyecto posea o las ganancias económicas que le puedan traer a la ciudad. Al igual que en las intervenciones dentro de la ciudad, el valor máximo que éstas poseen es el bien que le hacen a la ciudad en sí, más allá de los intereses de algunos o las minorías. La ciudad es el espacio público tal como lo defiende Jordi Borja en sus escritos.




[1] TORRES CORRAL, Alicia. “La mirada horizontal: el paisaje costero de Montevideo”. Farq. Uruguay, Montevideo Uruguay. Ed. Banda Oriental, 2001. Pág.34


[2] TORRES CORRAL, Alicia. “La mirada horizontal: el paisaje costero de Montevideo”. Farq. Uruguay, Montevideo Uruguay. Ed. Banda Oriental, 2001. Pág.138 extraído de carta a su discípulo el arquitecto Odriozola. 1946. En: Cesar Lousteau “Vida y obra de Julio Vilamajó”. Montevideo, Ed. Dos puntos.1994. Pág. 84
  

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