sábado, 27 de septiembre de 2014

TU: Pignata, Andrea

La Bahía: ¿Debilidad u oportunidad?

¿Es el deterioro de la Bahía una debilidad del paisaje montevideano  o una oportunidad de reivindicación del mismo? Muchos podrían ver la situación actual del arco costero como una amenaza hacia la fachada urbana, pero vale la pena plantearse si las carencias de la misma no se pueden volver oportunidades con una reformulación del sistema urbano costero. 

La bahía de Montevideo ha sido por aproximadamente 150 años algo que valorizó y representó la ciudad desde sus inicios por su singularidad. Sin embargo, a lo largo de los años ha ido perdiendo ese protagonismo regocijándose en una fachada mayoritariamente industrial en deterioro que da la espalda a las aguas y desaprovecha las singulares vistas.

Por un lado, la “venida a menos” de los barrios que acorralan a la bahía con carencias de servicios, seguridad y transporte repercute de manera directa en la misma, drenando poco a poco dichas carencias hacia la costa. Asimismo, al englobar gran parte de la actividad productiva, de almacenamiento y distribución de la ciudad, se conforma un frente costero en el que predomina un acervo de contenedores o galpones que impiden la conexión física y visual del tejido urbano con la bahía. Incluso, los terrenos que enfrentan la costa son en gran parte de propiedad pública y se encuentran en grave menoscabo.

Por otro lado, las aguas se encuentran altamente contaminadas, no solamente por los químicos que se filtran de la actividad portuaria e industrial que toma lugar, sino también porque la Bahía funciona como vertedero de la contaminación proveniente del Arroyo Miguelete y Pantanoso. Todo esto implica la imposibilidad de utilizar las aguas para el desarrollo de actividades deportivas o recreativas e incluso compromete la vida de los ecosistemas acuáticos.  

Sin embargo, más allá del estado en el que podemos ver la Bahía, es innegable que su potencial natural continua intacto. El hecho de que actualmente sea una fachada urbana en deterioro no debería leerse como una desventaja, sino como que se le puede adjudicar una nueva caracterización y singularidad a la ciudad con tan solo intervenir en ese arco costero. Al mismo tiempo, las grandes vistas hacen de ese un punto de cotización potencial en el mercado.  

Además, el desuso o abandono de edificaciones, o la baja densidad de construcción contra la bahía evidencian muchas zonas de fácil intervención y transformabilidad principalmente porque los terrenos, como previamente expresé, son mayoritariamente de calibre público y por ende la necesidad de expropiación sería prácticamente nula. Esto daría la posibilidad de realizar proyectos que cosan la ciudad con la Bahía, que la traigan al frente nuevamente y le devuelvan ese dinamismo singular.

Creo que la Bahía necesita de una nueva identidad, y esas oportunidades son la clave para la incorporación de uno o varios programas de gran peso, que indubitablemente le brinden un nuevo sello a la misma. Igualmente, no se debe desestimar el dinamismo que trae consigo la incorporación de viviendas, pero el incluir estos grandes programas (Universidades, centros comerciales, centros deportivos, salas de congresos, hoteles, oficinas, etc.) da a lugar un uso de los mismos; y un desencadenamiento de servicios adyacentes que traen consigo clientes, movimiento, dinamismo, y generan ciudad.

Igualmente, la idea de generar ciudad en la Bahía no implicaría en mi opinión generar ciudad nueva, sino entretejerla con la existente, intentar a través de intervenciones urbanas como parques, priorización de circulación en determinadas calles o reconstitución de tejido urbano, recuperar la relación Ciudad-Bahía, en otras palabras, que la Bahía represente lo que tiene detrás, que no sea una simple piel, sino una verdadera fachada urbana.  

En conclusión, dado el panorama general, es evidente que la Bahía no representa la mayor fortaleza de nuestro skyline actualmente, pero su gran potencial natural y singularidad en el cinturón costero asegura que un mínimo cambio en la misma altera claramente la concepción de esa fachada urbana. Es importante al momento de evaluar una situación entender que las cosas no valen por su “área construida” sino por su “volumen capaz”, es decir, no por su estado actual sino por su potencial.
Creo que la Bahía está presenciando un momento en el que es necesario hacer a un lado sus debilidades y entenderlas como oportunidades para recuperar su valor urbano y articulación con la ciudad circundante.


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