El artículo destaca la dificultad de tener la terminal de pasajeros donde se encuentra. El puerto de Montevideo tuvo un proceso de cerramiento frente a la ciudad: funcionando como borde para una ciudad vieja que estuvo sufriendo en la última década una reinvención, una inyección de vida luego de un proceso largo de decaimiento.
Hoy día, si bien la ciudad vieja renace con remodelaciones, construcciones nuevas y recuperaciones de edificios históricos –restauración actual del cabildo, royecto del CAF, ampliación del edificio de la presidencia, el Solís, los tres tramos de la peatonal Sarandí, entre otros-, abrirla hacia su bahía parece un desafío que debe suceder, pero que, funcional y burocráticamente se hace más complicado.
En una cinta de borde de
gran extensión se autorizó –contradictorio a lo que arquitectónica y
urbanísticamente estaba sucediendo- aumentar la playa de containers y el área
que podrían ocupar las empresas dedicadas a actividades relacionadas con el
puerto. Sumado a enormes construcciones –galpones- que previamente estaban en
desuso, y se empiezan a usar, la voluntad de revitalizar la ciudad vieja de
adentro hacia afuera se corta en lo que es la Rambla 25 de Agosto. En este
extremadamente resumido y acotado contexto es que se encuentra la terminal de
pasajeros de buquebus. En el artículo de El País vemos como el presidente de la
ANP, Díaz, afirma que si se pudiera “barajar
y dar de nuevo”, en el puerto de Montevideo, la terminal no ocuparía el
lugar que ocupa, ya que corta la actividad comercial de llegada de barcos y la
descarga de containers.
Lo que sucede, es que para mover la terminal de
Buquebus a Capurro se debe hacer un dragado que tiene un valor de 25 millones
de dólares. Este corresponde a la ANP, que en un principio –en la fecha de
publicación entre estos dos artículos- se había negado a realizar. Buquebus
tampoco querría asumir ese costo ya que la inversión que debe hacer para hacer
la terminal viable – que no es sólo terminal, sino que vene acompañada de otras
cargas programáticas- no supone una gran devolución de la inversión inicial
necesaria. Parece que esta última semana ambas partes –ANP y Buquebus-
volvieron a establecer el diálogo para poder hacer del proyecto una realidad.
La pregunta que
nos debemos plantear –y la ANP se la debería plantear junto a nosotros-, es si
este plan de acción es el adecuado para nuestra bahía, y tratar de ver más allá
del hoy.Mudar la
ubicación de la estación de pasajeros de Buquebús puede ser algo muy positivo
en el contexto de hoy, en el cual hay un puerto funcionando continuamente a sus
lados. Pero, ¿si fuera el puerto el que mudara su actividad?
Qué pasaría si lo que
acompañara a la terminal de Buquebus, en vez de ser galpones y playas de
containers, fueran centros culturales, teatros, una rambla con vistas a la
bahía. ¿No tiene sentido que la inyección de pasajeros que llegan por vía marítima a Montevideo sea
en la Ciudad Vieja, a una cuadra del Mercado del Puerto? Da para plantearse si
los cambios se están pensando adecuadamente y para todos, no solo en beneficio
de la ANP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario