lunes, 28 de septiembre de 2015

TU. F1: MERMOT

El espacio público como protagonista de la ciudad

Cuando se piensa acerca de una ciudad, generalmente las primeras imágenes mentales que se nos vienen son edificios, rascacielos, calles o elementos icónicos de la ciudad.  Pero, la realidad es que el factor más fundamental y clave de la ciudad es la población y los desplazamientos que esta lleva a cabo dentro de ella. Hacia donde estas personas vuelcan sus acciones y actividades  ya sea donde trabajan, donde se reúnen o descansan y como estas personas circulan en la ciudad son los elementos propulsores de una ciudad. A grandes rasgos, podemos dividir la ciudad según 4 categorías; área residencial, área laboral, área de ocio y circulación. Con el desarrollo de la industria automotriz en el siglo XX, las ciudades han comenzado a darle un protagonismo excepcional al área de circulación por la facilidad que el automóvil brinda y como resultado esto da lugar a una mayor extensión urbana. Hoy en día la propagación de la mancha urbana y las ciudades satélites se ven como una amenaza no solo medioambiental, por la directa dependencia del automóvil, sino de calidad de los espacios públicos.  La importancia que se le da al automóvil en las grandes ciudades genera conflictos con los espacios urbanos y en varias ocasiones se lo relaciona directamente con temas de salud. También el uso de los automóviles no promueve el uso de los espacios públicos y más específicamente segrega los barrios en las ciudades, zonificando aún más las distintas áreas. Personalmente, creo que la solución a este problema global es el diseño funcional y adaptativo de los espacios públicos y el desarrollo de una ciudad que permita el traslado de los ciudadanos a pie o bicicleta, sin recurrir al automóvil.
Por lo tanto, aún más importante que los edificios en sí, están los espacios públicos y el desarrollo de las ciudades adaptadas para la circulación peatonal. El espacio público se debe considerar como un territorio visible y con un marcado carácter de centralidad, es decir, fácilmente reconocible por personas que en primer lugar le asignan un uso irrestricto y cotidiano. En segundo lugar, en el caso que no se utilicen de manera directa, los espacios públicos deberían ser identificables como elementos de la ciudad que podría eventualmente acoger a ciudadanos tantos locales como extranjeros. Esto implica que el espacio debe ser concebido con capacidad de adaptación y flexibilidad; es decir con la suficiente apertura para contener la instalación de una multiplicidad de actividades, y la adaptabilidad a nuevos usos.
Considero que el diseño en general es el arma o herramienta más poderosa que tenemos para combatir no solo los problemas urbanos que pueden surgir sino también los problemas de contaminación derivados de estos. Se deben llevar a cabo diseños que tengan en cuenta no solo funcionalidad y material sino también el sistema entero y el entorno en que se implanta. Es la funcionalidad de estos espacios que definen los patrones de uso de una ciudad y el ritmo que ella tiene.



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