El espacio público
como protagonista de la ciudad
Cuando se piensa
acerca de una ciudad, generalmente las primeras imágenes mentales que se nos
vienen son edificios, rascacielos, calles o elementos icónicos de la ciudad. Pero, la realidad es que el factor más
fundamental y clave de la ciudad es la población y los desplazamientos que esta
lleva a cabo dentro de ella. Hacia donde estas personas vuelcan sus acciones y actividades ya sea donde trabajan, donde se reúnen o descansan
y como estas personas circulan en la ciudad son los elementos propulsores de
una ciudad. A grandes rasgos, podemos dividir la ciudad según 4 categorías;
área residencial, área laboral, área de ocio y circulación. Con el desarrollo
de la industria automotriz en el siglo XX, las ciudades han comenzado a darle un
protagonismo excepcional al área de circulación por la facilidad que el
automóvil brinda y como resultado esto da lugar a una mayor extensión urbana. Hoy
en día la propagación de la mancha urbana y las ciudades satélites se ven como
una amenaza no solo medioambiental, por la directa dependencia del automóvil, sino
de calidad de los espacios públicos. La
importancia que se le da al automóvil en las grandes ciudades genera conflictos
con los espacios urbanos y en varias ocasiones se lo relaciona directamente con
temas de salud. También el uso de los automóviles no promueve el uso de los
espacios públicos y más específicamente segrega los barrios en las ciudades,
zonificando aún más las distintas áreas. Personalmente, creo que la solución a
este problema global es el diseño funcional y adaptativo de los espacios
públicos y el desarrollo de una ciudad que permita el traslado de los
ciudadanos a pie o bicicleta, sin recurrir al automóvil.
Por lo tanto, aún
más importante que los edificios en sí, están los espacios públicos y el
desarrollo de las ciudades adaptadas para la circulación peatonal. El espacio
público se debe considerar como un territorio visible y
con un marcado carácter de centralidad, es decir, fácilmente reconocible por personas
que en primer lugar le asignan un uso irrestricto y cotidiano. En segundo
lugar, en el caso que no se utilicen de manera directa, los espacios públicos
deberían ser identificables como elementos de la ciudad que podría
eventualmente acoger a ciudadanos tantos locales como extranjeros. Esto implica
que el espacio debe ser concebido con capacidad de adaptación y flexibilidad;
es decir con la suficiente apertura para contener la instalación de una
multiplicidad de actividades, y la adaptabilidad a nuevos usos.
Considero que el diseño en general es el arma o herramienta más
poderosa que tenemos para combatir no solo los problemas urbanos que pueden
surgir sino también los problemas de contaminación derivados de estos. Se deben
llevar a cabo diseños que tengan en cuenta no solo funcionalidad y material sino
también el sistema entero y el entorno en que se implanta. Es la funcionalidad
de estos espacios que definen los patrones de uso de una ciudad y el ritmo que
ella tiene.
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