Espacios Públicos Metropolitanos: La Calle
Jan Gehl, uno de
los íconos del urbanismo contemporáneo, visitó Montevideo como primer paso para
la implementación de la metodología Gehl en la ciudad. Esta metodología
promueve un urbanismo a escala humana, que fomente el contacto entre las
personas a partir de una mejora del espacio público. Su trabajo enfoca el
diseño de las ciudades de manera de favorecer al peatón y al ciclista, y es
reconocido por haber transformado a Copenhague en una ciudad transitable, en la
que más del 50% del transporte de la población se realiza en bicicleta. Estas
ideas fueron aplicadas luego en varias ciudades de Europa y Estados Unidos,
mejorando la calidad del espacio público de las ciudades, principalmente de la
calle como espacio urbano.
En su visita por
Montevideo, recorriendo 18 de Julio y parte de la Ciudad Vieja, Gehl expresa
que tuvo la sensación de estar visitando una ciudad del siglo XX, que se
encuentra pasada de moda, con un transporte público ineficiente, viejo y
ruidoso. De allí, propone una “revisión completa del transporte público”,
reducir la cantidad de autos y promover el uso de la bicicleta, tal como
implementó en otras ciudades que denomina “del siglo XXI”.
“Pienso que todas las ciudades tienen la obligación de
ser todo lo bueno que pueden ser y siento que, quizás, Montevideo ha parado esa
búsqueda en 1990. Me da la sensación de estar al final del siglo pasado. (…)Otra
cosa que puede ser una gran idea es hacer como otras ciudades: construir infraestructura
para las bicicletas. Invitar a la gente a que ande en bicicleta. Que sea
seguro. Tienen cuadras muy pequeñas, y eso es maravilloso. Quizás puedan tener
calles particulares para bicicletas, para autos y para ómnibus. Entonces las
bicicletas y los autos pueden tener un buen sistema. Ese sería un buen plan
para una ciudad moderna.”
La
transformación del espacio público que hoy es necesaria es la que se centra en
conseguir que las calles vuelvan a ser un espacio de uso urbano de varias
funciones, no solo de desplazamiento sino también de disfrute, relación, etc.
Ante este reto, las aportaciones positivas de la bicicleta son claras: es un
dispositivo anti-velocidad y anti-lejanía, cualidades esenciales para frenar la
pérdida de vida del espacio público y poder darle un carácter más “humano” que
invite a las personas a que lo usen.
En Montevideo y
en la gran mayoría de las ciudades, la percepción común de las calles está asociada
a un espacio ruidoso, contaminado, hostil, y sobre todo un espacio peligroso. La
gran contribución de la bicicleta a la ciudad está en esta capacidad de
“humanizar” el espacio público y darle lugar al peatón nuevamente. Desplazarse
a pie, en bici o en transporte público, hace que los espacios públicos,
las calles principalmente, sean lugares con mayor uso y por ende de mejor
calidad, libres de la contaminación que provoca la gran congestión de
automóviles que cada vez se muestra peor.
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