Montevideo, ¿hacia una ciudad fragmentada?
Ubicándonos
en el contexto histórico, los orígenes montevideanos remontan al Siglo XVIII:
una ciudad colonial fortificada, de tipo mediterráneo (no porteño) con un
esquema gradual centralizado, teniendo la plaza como lugar político y social
más importante.
Pasada
esta época, se dio paso a una primera fase de urbanización, la cual dio
comienzo en Montevideo en 1829 con la demolición de las murallas y el plan de
construcción de la “Ciudad nueva” que llegaría aproximadamente hasta los
límites del ejido. Esta segunda etapa, afectada por las olas de migración
europea, trajo consigo una ciudad sectorizada. Vemos como se fue expandiendo
linealmente bajo los nuevos ideales de Primer Mundo el centro sobre la actual
Avenida 18 de Julio, así como la creación de barrios con amplios espacios
verdes como el Prado bajo la cultura del urbanismo higienista.
A
la tercera etapa (1920-1970), afectada por los movimientos poblacionales
internos hacia Montevideo hasta entrado el siglo XX, Borsdorf la categoriza
como una segunda fase de urbanización que nos lleva a una ciudad polarizada. La
clase social media y alta se fue movilizando hacia la zona costera de la
ciudad, con el claro ejemplo de la inauguración del barrio jardín de Carrasco
con la fundación de su Iglesia y su Hotel en 1921. Desde entonces se fue paulatinamente
polarizando la ciudad: a la vez que van apareciendo edificios protegidos, lo
mismo sucede con la aparición de complejos de viviendas de interés social, como
son el complejo de Euskalerría en Malvín Norte, así como también los barrios
periféricos marginales y conventillos. Actualmente contamos con un claro legado
de esa época, y es una diferencia entre un lado de la ciudad de menores
recursos (zona norte) y otra de mejores recursos (zona sur).
Este
es un tema siempre latente, cuando se presentan proyectos de ensanchar Avenida
Italia, la principal salida hacia Ciudad de la Costa y el Este del país, se
pone sobre la mesa el problema de la polarización de la ciudad. Hay que poner
de un lado de la balanza las consecuencias de la polarización contra las
necesidades de infraestructura en tránsito.
Las distintas crisis económicas del
país han llevado a una segregación en la conformación urbana de Montevideo, con
falta en infraestructura y soluciones habitacionales para muchos
pobladores. Se llevó al crecimiento de
la periferia principalmente por familias de bajos recursos en barrios “homogéneos”
con bajos servicios, y por otra parte la
clase media y alta se fue progresivamente desplazando en la franja costera,
abandonando zonas centrales que sí estaban capacitadas en servicios e
infraestructura.[1]
Este es el claro fenómeno de Ciudad Vieja y parte del Centro, el cual está en
su mayoría ocupado por edificios de oficinas que generan un despoblamiento e
inseguridad en los horarios que no son de trabajo.
Creo
que para poder tomar todo tipo de decisiones políticas, que afectan al esquema
urbano de la ciudad, debemos reflexionar en qué situación estamos. Desde el
1970 se considera que el desarrollo urbano latinoamericano se encuentra, en
términos generales, bajo un régimen de ciudad fragmentada. Mientras que la
tendencia sectorial y crecimiento celular típico del S. XX siguen vigentes, en
las grandes ciudades con las grandes autopistas (lo que en Montevideo todavía
no vemos necesario) las zonas periféricas de la ciudad son de interés en la
clase alta y se generan los tan discutidos barrios cerrados como lo son los
“Country” en el departamento de Canelones.
Estos
barrios cerrados es la máxima expresión al que ha llegado el desplazamiento social
del centro de las clases altas, pasando límites administrativos para poder
contar con las comodidades que estas unidades ofrecen, lo que en Montevideo no
está reglamentado: Los barrios privados de Montevideo (como son el caso de
Jardines y Manantiales) son emprendimientos privados, en donde el promotor
realiza la Urbanización y Parcelación, pero luego las calles son libradas a uso
público.
En la ciudad contemporánea hay una
nueva forma de sectorización y ubicación
de los elementos socio-espaciales. Ahora
encontramos elementos de menores dimensiones en zonas mayores, como los
Shopping Center, pequeños “enclaves comerciales” en zonas totalmente
residenciales. En la zona metropolitana
de Montevideo contamos con seis de estos
establecimientos, los cuales le sacaron la importancia que tenía la Avenida 18
de Julio y Cordón, sin embargo le dan un mayor confort y cercanía a los
montevideanos. Lo mismo sucede con las zonas industriales, aparecen nuevos
parques industriales, así como también nuevos centros de oficinas que van
distribuyendo el rubro en nuevas localidades como son el complejo World Trade
Center, Zonamérica, y nuevos edificios de oficinas hacia el este de la ciudad.
Montevideo aún no está fragmentada.
Hay elementos de consumo que van de la mano con el mundo globalizado en el que
vivimos y son totalmente compatibles con la ciudad. Con el actual estancamiento
demográfico no poseemos tampoco grandes necesidades de crecimiento y se ve una
ciudad muy contrastada en sus distintas zonas pero no dividida. Aparte, contamos
con algunos barrios privados, pero los cerrados se encuentran en las afueras en
Canelones y no han tenido un gran desarrollo comparándolo con otras ciudades de
la región donde las murallas separan barrios y la sociedad entera.
[1] “Procesos de urbanización y segregación en Montevideo: breve reseña”
http://www.lahn.utexas.org/
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