¿Son
todavía útiles los modelos sobre la estructura o el desarrollo urbano?
Contestar a esta pregunta conlleva una serie de interrogantes referentes a la
naturaleza inherente de los modelos, la principal, indagar sobre cual sería el
fin de una posible planificación en una era de globalización.
En
el texto es detallada una evolución histórica de los modelos de ciudades
latinoamericanas, desde la ciudad colonial hasta las actuales metrópolis, donde
la constante y causante de los mayores crecimientos y variaciones de la ciudad
gira entorno al sentido de afirmación de la individualidad en un plano social,
y a los flujos de capital en un plano económico. Así partimos de una ciudad con
una dinámica centralizada en torno a una plaza cuya cercanía a la misma determina
la posición social de sus habitantes; pasando por la ciudad sectorial, cuya
expansión lineal del centro separa los estratos sociales de ricos y pobres;
hasta llegar a la ciudad polarizada donde un modelo económico neoliberal se
establece como hegemónico, y la industrialización produce la intensificación
del contraste entre ricos y pobres dando lugar a células de crecimiento fuera
del perímetro urbano. Y por último a la ciudad actual donde la fragmentación ha
pasado de un plano macro a dimensiones tan variables como la que puede imponer
un muro.
Si
bien la necesidad de afirmación de individualidad siempre ha sido importante
para el hombre que vive en la ciudad, el crecimiento exacerbado de las mismas,
sumado a la especulación económica que surge de su explotación ha dado lugar al
proceso inverso. Tal como lo afirma Castells la identidad es un constructo,
pero que solo tiene sentido viviendo en sociedad. El modelo que hasta ahora a
perseverado parece contribuir a una deshumanización de la ciudad y por consecuencia
a una alienación de sus ciudadanos.
Urbanistas
contemporáneos como Jan Gehl rastrean el inicio de este proceso con el modelo
racionalista moderno de sectorización funcional de la ciudad, donde se hace una
marcada diferenciación entre zonas de uso residencial, zonas de uso comercial o
industrial y zonas de recreación, y donde se pone especial énfasis en las obras
de infraestructura urbana destinadas y muchas veces patrocinadas por la
industria automotriz. De esta forma el hombre comienza a perder su esfera
social y simplemente pasa a ser un actor que cambia de escena a través de un
vehículo: el automóvil. Los planos de interacción social intermedios entre la
casa y el contacto directo son cada día mas evitables. Es posible salir de una
unidad habitacional, atravesar la ciudad en automóvil, y encontrarme con otro
par sin verme obligado a interactuar con el resto de la sociedad. Incluso la
calle o el transporte público ya se ha demostrado son sitios donde las personas
inhabilitan sus habilidades sociales. A su vez los medios masivos, la
comunicación virtual, la inseguridad y el desmejoramiento y escasez de espacios
públicos potencian este hecho.
Si
traducimos el dicho "la gente sigue a la gente" en cifras, eso quiere
decir que para 2030 más de la mitad de la población mundial estará viviendo en
ciudades. Si en la actualidad el sentido de pertenencia esta dado por rentar un
apartamento vigilado en un barrio de moda y con vecinos cuyo único interés
comparto es el de no interactuar, para ese entónces la especulación
inmobiliaria habrá completado el proceso de deshumanización de la ciudad.
Es
por ello que la pregunta a la interrogante inicial es si, si son útiles y
necesarios los modelos de desarrollo urbano para lograr una preservación de la
ciudad y una mejora de la calidad de vida de sus habitantes. Si la ciudad es
espacio público, es espacio de interacción, construcción de pertenencia y
materialización de la memoria colectiva es necesario e imperante un modelo, que
proteja esta cualidad que hace a la ciudad y que hace a sus integrantes
ciudadanos y no simples autómatas. Ya son varios ejemplos a nivel internacional
que buscan soluciones a esta problemática siguiendo los modelos de
planificación de urbanistas contemporáneos como Jan Gehl que privilegian
la vida peatonal; y aquí en Montevideo ya se vislumbran procesos de
rehabilitación urbana en barrios como Centro o Goes en busca de evitar la
perdida de la ciudad lo que apunta a un futuro esperanzador para la afirmación
de la misma.
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