enCAMINEMOS un cambio urbano.
Actualmente
existe aproximadamente un auto por cada 7 personas que hay en el mundo. Si bien
este promedio se divide inequitativamente en el mundo, Uruguay se encuentra en
el promedio con un auto cada seis habitantes, lo que hace un total de aprox. 540000 vehículos en circulación. No es tan
alarmante si los esparcimos por todo el territorio uruguayo, pero impresiona
saber que 450000 de esos vehículos se encuentran únicamente en Montevideo. Peor
aún, diariamente se incorporan unos 120 autos más a las calles de la capital,
lo que implica más de 40000 autos por año.
Gehl atribuye
este fenómeno mundial principalmente a la migración a las ciudades, a la
preferencia urbana que se ha creado en las últimas décadas; y estima que si hoy
en día existe un 50% de población urbana, en 2050 ese porcentaje será de un
80%, agrandando más las ciudades y haciendo aún más necesario el uso del
automóvil para el movimiento interno. Igualmente, este incremento se debe
también en gran parte a mejoras en la economía mundial que hace más amplio el
público que accede a comprar un auto, o incluso a la incorporación de marcas
más económicas al mercado. Pero más allá de la razón, intentemos analizar su
impacto. No se trata de la cantidad de autos que ingresan a la ciudad anual o
diariamente, sino en el cambio en la ciudad que esto implica, cómo se adapta el
nuevo auto a la ciudad o cómo la ciudad se adapta al nuevo auto.
Hasta antes del
automóvil, o incluso al vago comienzo de su incorporación, cuando era solamente
lujo de unos pocos, las ciudades estaban diseñadas para caminarse, la escala
del peatón era la única escala que se atendía. La incorporación del auto
implicó la modificación de estas ciudades en cuanto a calles, señalización,
organización y sectorización, y con ello una modificación espacial de las
mismas y un impacto directo en el olvidado peatón. En Guadalajara, México se
realizó una campaña de reflexión llamada “Peatón, favor de…” sobre la relación
que mantiene hoy en día la ciudad con el peatón en la que se colocaban frases
en distintos escenarios urbanos acusando la posición del peatón en los mismos
como en las imágenes a continuación. En el primer caso se lee “Peatón, favor de
esquivar autos” ya que los autos han invadido incluso las veredas, y en el
segundo caso se lee “peatón, favor de no sentarse” dado que de hacerlo no es
posible ver los ómnibus que vienen, por lo que hay que mantenerse en pie.
Estas son
algunas de las varias imágenes disponibles en la página adjunta, que muestran
cómo las ciudades se han transformado a servicio del automóvil relegando al
peatón a su sombra, y generando un espacio público carente de preocupación por
la escala humana y más preocupada por la del vehículo. Y a fin de cuentas, no
debemos olvidar que es el espacio público lo que hace ciudad, es allí donde nos
cruzamos e interactuamos entre clases, religiones, razas, edades y sexos y
generamos cultura. El acotar estos espacios y sustituirlos por autopistas o
parkings implica acotar la interacción social, acotar el intercambio e
incrementar poco a poco el aislamiento humano, y la desconfianza con el prójimo
que a posteriori eso conlleva.
Igualmente, no
es necesario ir hasta México para ver estos impactos. Si bien Montevideo no
sufre los impactos que sufren Beijing o Ciudad de México por sus masivas
poblaciones, se pueden ver ejemplos de estos indicios en varias partes que acusan
el mismo porvenir, por ejemplo, el ensanchamiento de varias avenidas en
diversos tramos como Bvar. Artigas o Luis A. de Herrera para incorporación de
nuevos carriles, la falta de facilidades para el uso de otros vehículos
alternativos como bicicletas, etc. Igualmente, el impacto urbano que en mi
opinión traduce de manera más clara esta pérdida de identidad del peatón en la
ciudad son las plazas de estacionamiento que rodean los grandes equipamientos
como Shoppings, supermercados y aeropuertos, donde es mayor la superficie que
ocupa el parking a la que ocupa el servicio en sí mismo, y cuentan en general
con varios accesos vehiculares y únicamente uno a escala de peatón. Esto hace
que se vuelva sumamente engorroso para el peatón atravesar grandes áreas de
parking para poder acceder o incluso tener que rodear el edificio para alcanzar
la única entrada a nivel de calle e incentive a la persona interesada en el
servicio a ir en auto.
Lo que plantea Gehl
con su equipo en la película es que, para luchar contra esa exclusión del
peatón hay que promover la interacción, generar espacios de intercambio a
escala de peatón (Plazas, peatonales, veredas, equipamiento urbano, etc.) y
apuntar a ese dinamismo social que le devuelva la vida a la ciudad y la relevancia
que merece al peatón. Por ende, considero que es importante que todos los
equipamientos de esta magnitud adopten y adapten estos conceptos, generando más
accesos a escala de peatón o borde de manzana, trasladando zonas de parking al subsuelo y utilizando el área en
planta baja para generar espacios de intercambio que le den dinamismo al lugar
y amortigüen el impacto de estos equipamientos de gran escala en la zona donde
se insertan.
Es un poco
perturbador pensar que la calidad de vida que tenemos está dictada por el
espacio físico que nos rodea, que este aislamiento y pérdida de relación
ciudadano-ciudadano sea en gran parte fruto de la transformación urbana que se
ha sufrido, pero es también esperanzador que cambiando nuestro alrededor a
través de inteligentes intervenciones
podamos recobrar lo que perdimos.
Referencia: http://www.plataformaurbana.cl/archive/2011/11/06/%C2%BFcomo-se-comunica-la-ciudad-con-sus-peatones-%E2%80%9Cpeaton-favor-de%E2%80%A6%E2%80%9D/
Concuerdo con el análisis de Andrea, creo que nuestra ciudad deberá afrontar cambios severos de inmediato antes de perder el control total del impacto del automóvil en la ciudad. Es evidente el crecimiento de la cantidad de automóviles en las calles y las molestias que estos causan en el transito diario de la ciudad. Afortunadamente creo que poco a poco lo entes gobernantes y los mismos habitantes de la ciudad se están concientizando al respecto y empiezan a tomar iniciativas para revertir este fenómeno a través de manifestaciones en bicicleta contra el uso del auto por ejemplo u otras iniciativas como la construcción de sendas para bicicletas en la ciudad.
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