jueves, 20 de noviembre de 2014

TPU. F2: Iojes, Delfina

El documental “La escala humana” trata sobre las ciudades de la actualidad, las “megaciudades” que en un pasado fueron producto de la imaginación y que se han convertido en realidad, una realidad que supera las condiciones del humano que la habita. La ciudad se ha convertido en un ambiente inhospitable para el ser humano, no son creadas con el fin de generar un lugar propicio para la interacción e intimidad de los usuarios. Sin embargo, es en nuestra mente donde estas ciudades parecen ideales, es por ello que se dan las grandes migraciones del campo a los centros urbanos, con la esperanza de encontrar la solución para poder llevar una vida mejor. No hay conciencia sobre el habitat adecuado para el ser humano, donde éste pudiera relacionarse como lo supone nuestro instinto.

Las ciudades más actuales, incluso las pertenecientes a la modernidad, se generan como máquinas de habitar, donde la ciudad en sí se forja en un segundo plano y se le da mayor importancia al automóvil y su circulación dentro de la misma. El aumento de la cantidad de automóviles conlleva al aumento de la cantidad de carreteras y de tráfico, así mismo si hubiera más cantidad de espacios públicos de calidad, habría más vida pública.

Los espacios no deben de considerarse como privados donde uno invade al otro al penetrarlo,  sino que se deben generar sitios de relacionamiento mutuo, sin prejuicios ni propietarios. Un lugar donde poder tratar con desconocidos, un espacio para la interacción genuina del hombre, donde no esté todo controlado sino que se pueda dar un surgimiento espontáneo de vida en la ciudad.

Se debió dar más atención al tráfico peatonal, a la circulación del mismo; al no suceder esto en la mayoría de las ciudades se tuvo que proceder a la adaptación de las mismas una vez que se había demostrado que no estaba funcionando correctamente. De esta manera, en ciudades como Nueva York y Copenhague –como lo dice el documental- , se tuvo que proceder a la realización de mapeos y estudios del comportamiento de los habitantes; se comenzaron a peatonalizar las calles y se fue estudiando la evolución y conducta de los ciudadanos, viendo una influencia directa en la vida pública de la ciudad, viéndose ésta multiplicada comparada con su estado inicial.

La ciudad de Montevideo puede ser estudiada desde este punto de vista como cualquiera de estas otras ciudades aunque se da una escala menor.

Los espacios de relacionamiento por excelencia de esta ciudad incluyen plazas y peatonales ubicadas estratégicamente como la Peatonal Sarandí emplazada en la Ciudad Vieja de Montevideo. En ella se genera una zona comercial, con gran cantidad de tiendas y comercios generándose un lugar propicio para las interacciones e intercambios personales entre los residentes. A su vez actúa como conector de dos puntos antiguos de gran jerarquía a nivel interdepartamental: la Plaza Matriz y la Plaza Independencia. Ambos se presentan como espacios públicos destacados por su antigüedad y su simbología, además de ser utilizados como sitios de relacionamiento donde suelen darse eventos sociales, culturales y actos públicos.
Así como la mayoría de las ciudades capitales de América del Sur, el tráfico no se caracteriza por ser organizado, lo que genera grandes disturbios y mala calidad de las circulaciones. De igual manera, se puede identificar una clara predominancia del automóvil por sobre las necesidades del peatón.

Por lo tanto, sin importar la ciudad ni la escala de la misma, se puede ver como factor en común la falta de atención al peatón en la creación de las ciudades y la necesidad de arreglar los problemas que esto conlleva, buscando redefinir y reavivar la idea de espacio público, evitando el sedentarismo y el encierro de las personas dentro de la privacidad de su vivienda.



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