¿Qué ciudad queremos?
Esta es la primera
interrogante que plantea el urbanista Jan Gehl en su continuo abordaje de las
problemáticas de las ciudades contemporáneas.
A lo largo de la historia
los urbanistas se han propuesto la mesiánica tarea del ordenamiento de la
ciudad siguiendo los lineamientos de la época a la que asistían. ¿Pero qué
lineamientos eran estos y qué ciudad pretendían concebir? Desde el orden
geométrico sistematizado de las Leyes de Indias del urbanismo colonial, pasando
por el urbanismo higienista del siglo XIX hasta el urbanismo
moderno hemos constituido históricamente (al igual que el resto
de los países latinoamericanos) un eficiente receptor de las
ideas y modelos que estaban en boga y por lo tanto nuestras ciudades, particularmente
Montevideo como la principal, son paisaje construido a partir de las
mismas.
El hecho de que estos
modelos provengan del exterior
ya representaría una problemática al estar basados en
hechos ajenos a nuestra realidad, pero la principal deficiencia que
planteaban era el carácter externo de sus lineamientos,
que ignoraban o al menos no consideraban en su complejidad
la parte esencial de una ciudad: las personas. He aquí donde radica
la originalidad del planteo de Gehl: su visión analítica y el carácter
participativo de su impronta.
"El hombre es un ser
inteligente y sabe lo que quiere". Esta es una de las citas más
mencionadas en la cinta "La escala humana", lo que termina por
materializar una idea completamente nueva en lo que refiere al hacer del urbanista.
En esta concepción se basa todo el estudio analítico que hace Gehl del
comportamiento de las personas en las ciudades como método de proyección.
Trayendo este
pensamiento a nuestra realidad, ¿saben los montevideanos que ciudad quieren?
Si bien Montevideo no
corresponde a la escala de ciudad que analiza el autor, el tamaño de la misma y
su crecimiento en relación al resto del país hacen posible plantear un
paralelismo. Al igual que en las ciudades que se analizan en la cinta, los
flujos económicos modifican la morfología de Montevideo: un éxodo rural en
busca de una mejor calidad de vida la hace crecer, la especulación inmobiliaria
la densifica y la cultura del consumismo y el automóvil la contaminan.
Si estos patrones de
comportamiento se continúan acrecentando, las consecuencias que ya apreciamos
en la ciudad, como el agarrotamiento de las calles por tránsito vehicular, la
devaluación del espacio público y el despoblamiento de las zonas céntricas
concluirán conformando lo que Gehl llama una ciudad alienada.
Aunque este pronóstico
parece pesimista, es positiva la serie de avances que se han hecho sobre todo
en materia de generación de espacios públicos, y la convocatoria que han tenido
demuestra que la cultura ciudadana de interacción, diversidad y espontaneidad
aun es muy fuerte.
Por último, creo que sería
muy interesante la implementación de las metodologías del urbanista Jan Gehl en
la ciudad de Montevideo, de forma de establecer un perfil urbano cuantificado y
especifico que brinde un punto de partida para la construcción de la ciudad que
los montevideanos quieren; e implementado a partir de "planes piloto"
como forma de generar un proceso orgánico de crecimiento y consolidación.
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