jueves, 20 de noviembre de 2014

TPU. F2: Rodríguez Morales, Emiliano

¿Qué ciudad queremos?

Esta es la primera interrogante que plantea el urbanista Jan Gehl en su continuo abordaje de las problemáticas de las ciudades contemporáneas. 

A lo largo de la historia los urbanistas se han propuesto la mesiánica tarea del ordenamiento de la ciudad siguiendo los lineamientos de la época a la que asistían. ¿Pero qué lineamientos eran estos y qué ciudad pretendían concebir? Desde el orden geométrico sistematizado de las Leyes de Indias del urbanismo colonial, pasando por el urbanismo higienista del siglo XIX hasta el urbanismo moderno hemos constituido históricamente (al igual que el resto de los países latinoamericanos) un eficiente receptor de las ideas y modelos que estaban en boga y por lo tanto nuestras ciudades, particularmente Montevideo como la principal, son paisaje construido a partir de las mismas. 

El hecho de que estos modelos provengan del exterior ya representaría una problemática al estar basados en hechos ajenos a nuestra realidad, pero la principal deficiencia que planteaban era el carácter externo de sus lineamientos, que ignoraban o al menos no consideraban en su complejidad la parte esencial de una ciudad: las personas. He aquí donde radica la originalidad del planteo de Gehl: su visión analítica y el carácter participativo de su impronta.

"El hombre es un ser inteligente y sabe lo que quiere". Esta es una de las citas más mencionadas en la cinta "La escala humana", lo que termina por materializar una idea completamente nueva en lo que refiere al hacer del urbanista. En esta concepción se basa todo el estudio analítico que hace Gehl del comportamiento de las personas en las ciudades como método de proyección.

Trayendo este pensamiento a nuestra realidad, ¿saben los montevideanos que ciudad quieren?

Si bien Montevideo no corresponde a la escala de ciudad que analiza el autor, el tamaño de la misma y su crecimiento en relación al resto del país hacen posible plantear un paralelismo. Al igual que en las ciudades que se analizan en la cinta, los flujos económicos modifican la morfología de Montevideo: un éxodo rural en busca de una mejor calidad de vida la hace crecer, la especulación inmobiliaria la densifica y la cultura del consumismo y el automóvil la contaminan.

Si estos patrones de comportamiento se continúan acrecentando, las consecuencias que ya apreciamos en la ciudad, como el agarrotamiento de las calles por tránsito vehicular, la devaluación del espacio público y el despoblamiento de las zonas céntricas concluirán conformando lo que Gehl llama una ciudad alienada.

Aunque este pronóstico parece pesimista, es positiva la serie de avances que se han hecho sobre todo en materia de generación de espacios públicos, y la convocatoria que han tenido demuestra que la cultura ciudadana de interacción, diversidad y espontaneidad aun es muy fuerte. 


Por último, creo que sería muy interesante la implementación de las metodologías del urbanista Jan Gehl en la ciudad de Montevideo, de forma de establecer un perfil urbano cuantificado y especifico que brinde un punto de partida para la construcción de la ciudad que los montevideanos quieren; e implementado a partir de "planes piloto" como forma de generar un proceso orgánico de crecimiento y consolidación.

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