La
identidad del espacio público.
Para
definir y comprender como se desarrolla el espacio urbano de una ciudad, hay
que tener en cuenta la etapabilidad y el despliegue que tuvo con el paso de los
años. Fue recién en el período de entreguerras a partir destrucción de varias
ciudades cuando se empezó a tener en cuenta la planificación de las mismas para
así lograr un mayor desempeño para el automóvil. La búsqueda de la ciudad ideal iba a ser
encabezada por las propuestas y pensamientos de Le Corbusier, con proyectos
como la Ville Radieuse y el Plan Voisin.de Paris. Caracterizados por la
sectorización funcional y la serialización arquitectónica estos planes
conllevaron a un lenguaje purista de la arquitectura en donde trabajar y
habitar se daban a horas de distancia. Estas ideas de ciudad se iban a ver
plasmadas en Brasilia, una ciudad de escala monumental en la que el automóvil
es el principal actor. El peatón debería poder seguir caminos distintos a los
del automóvil, pero al ser tan grandes las distancias, se vio disminuido. Al
concebir a la ciudad como una máquina de habitar, los modernos mataron la vida
orgánica de interacción que deben tener.
Analizar
las actividades de las personas en los sectores más concurridos de la ciudad es
un método para saber cómo la gente se apropia del espacio. Uno pensaría que
ampliando las calles y haciendo mejores rutas se resolvería el problema de
congestión de autos. Pero es un problema generado por la propia sociedad, en la
que el tiempo vale oro y que no se puede desperdiciar transportándose. La
calidad de vida del ser humano sería mucho mejor si se apreciara el paisaje
urbano diariamente desde un punto de vista más sensible. La ciudad se percibe
distinta recorrida a una escala más humana. Una escala que se puede crear
a partir de edificios bajos, espacios
que favorezcan la vida pública, sendas para bici, áreas verdes, zona comercial
más pequeña, etc.
Copenhague
es un claro ejemplo a seguir ya que el casco antiguo de la ciudad se ve
totalmente conformado por calles peatonales y bici sendas, en donde uno puede
apreciar el valor histórico de la ciudad desde otro punto de vista. Creo que
Montevideo debe seguir estos pasos sobre todo en la Ciudad Vieja, en dónde las
aceras son demasiado pequeñas en algunas calles muy transitada por peatones.
Habría que hacer un relevamiento de qué calles son más transitadas por peatones
y cuales por vehículos y actuar al respecto. También el paso continuo de
ómnibus no pensado para transitar por estas calles deterioran los edificios con
sus vibraciones y contaminación. Tendrían que seguirse los pasos de la peatonal
Sarandí, en el cual el hombre es el dueño del espacio y las distintas
actividades le dan el interés social y cultural. Un interés de integración en
dónde el todos se puedan sentir cómodos en el espacio público. Un interés en
que la gente no atente contra lo que quiere. En definitiva, una identidad.
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