jueves, 20 de noviembre de 2014

TPU. F2: Núñez Ponce, Alberto

LOS DESEOS DEL REY MIDAS

Al igual que la fábula del Rey Midas que deseaba convertir en oro todo lo que tocara y los deseos se le cumplieron por lo que todo lo que tocaba, incluyendo su comida, bebida, hijos, etc., se convertía en oro, se debe tener cuidado con que los deseos se hagan realidad.

Los países en desarrollo miran como una aspiración, como el único camino posible, poder llegar al nivel de confort que tienen los países desarrollados y se baten en una carrera sin armisticio, sin pausa y sin reflexión sobre el nivel de desarrollo deseable según las propias particularidades de cada sociedad.
                                                         
Las grandes ciudades, tales como Nueva York, Tokio, Londres, han alcanzado tal nivel de desarrollo que se han alejado de la escala humana. En N.Y, no hay un banco donde sentarse, en las calles salvo el Central Park, donde inclusive están delimitadas las sendas por donde se debe transitar según se camine, se trote, se practique ciclismo o se pasee al perro.
                                                           
Vimos en la película como están viviendo los habitantes de esas grandes ciudades, en buenas cuentas alienados, ajenos de sí mismos, sin posibilidad de reflexionar cual es el fin de la especie humana, para que vivimos.
                                                         
 Las personas en esas ciudades forman parte de un sistema atomicista, donde el ser humano es un átomo sustituible en una gran maquinaria que es autónoma de cada individuo.  Para poder estar en ella, se debe partiicipar de la máquina, acceder a un sistema de pago y cobro bancario, con una hipoteca, un automóvil y un trabajo haciendo lo mismo por décadas. Pero si algo falla, se desmembra el átomo que queda fuera del sistema, pierde su hipoteca, su auto y su vida.
                                                           
Es posible ver en esas grandes ciudades como las desiguladades sociales se han incrementado con la globalización en que participan, donde se impersonaliza a la ciudad, a los productos, a los servicios y en fin cada atomo carece del sentido de lo que está produciendo y para quien.
                                                           
Sin duda se ha perdido la escala humana.
                                                           
Por ello, debemos tener cuidado y poner atención con lo que deseamos, quizás no hallamos descubierto que estamos viviendo en una ciudad a escala humana, donde tenemos espacios públicos donde interactuar, tomar el sol, soñar, imaginar, proyectar nuestras vidas, buscar nuestra felicidad. 
                                                           
Montevideo, es en mi opinión una ciudad a escala humana; desde donde vivo con mi familia (Pocitos) puedo llegar caminando a Carrasco o a Ciudad Vieja y, desde luego, al Centro y si quiero al Prado. Existen importantes espacios públicos, partiendo por la Rambla y el Parque Rodó que estamos estudiando.
                                                           

A veces cuando voy conduciendo y el vehículo que me antecede se detiene en medio de la calle para saludar a un amigo que se inclina en la ventanilla, lo besa y se alegra de verlo, primero me caliento, pero después pienso lo bello que es ese encuentro donde la gente se conoce y se quiere, porque hay ciudad a escala humana y otra vez insisto que hay que cuidar los deseos que uno anhela porque se pueden volver realidad y tal vez llegue un dia en que Montevideo sea una ciudad desarrollada y ese conductor circule rápido por una vía expedita con dirección a un lugar donde estará solo, porque no habrá nadie en el camino que conozca, como ocurre en las grandes ciudades donde el vecino no sabe que hace un mes que murió al de al lado.-

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