LOS DESEOS DEL REY MIDAS
Al igual que la fábula del Rey Midas que deseaba convertir en oro todo lo
que tocara y los deseos se le cumplieron por lo que todo lo que tocaba,
incluyendo su comida, bebida, hijos, etc., se convertía en oro, se debe tener
cuidado con que los deseos se hagan realidad.
Los países en desarrollo miran como una aspiración, como el único camino
posible, poder llegar al nivel de confort que tienen los países desarrollados y
se baten en una carrera sin armisticio, sin pausa y sin reflexión sobre el
nivel de desarrollo deseable según las propias particularidades de cada
sociedad.
Las grandes ciudades, tales como Nueva York, Tokio, Londres, han alcanzado
tal nivel de desarrollo que se han alejado de la escala humana. En N.Y, no hay
un banco donde sentarse, en las calles salvo el Central Park, donde inclusive
están delimitadas las sendas por donde se debe transitar según se camine, se
trote, se practique ciclismo o se pasee al perro.
Vimos en la película como están viviendo los habitantes de esas grandes
ciudades, en buenas cuentas alienados, ajenos de sí mismos, sin posibilidad de
reflexionar cual es el fin de la especie humana, para que vivimos.
Las personas en esas ciudades forman parte de un sistema atomicista,
donde el ser humano es un átomo sustituible en una gran maquinaria que es
autónoma de cada individuo. Para poder estar en ella, se debe partiicipar
de la máquina, acceder a un sistema de pago y cobro bancario, con una hipoteca,
un automóvil y un trabajo haciendo lo mismo por décadas. Pero si algo falla, se
desmembra el átomo que queda fuera del sistema, pierde su hipoteca, su auto y
su vida.
Es posible ver en esas grandes ciudades como las desiguladades sociales se
han incrementado con la globalización en que participan, donde se impersonaliza
a la ciudad, a los productos, a los servicios y en fin cada atomo carece del
sentido de lo que está produciendo y para quien.
Sin duda se ha perdido la escala humana.
Por ello, debemos tener cuidado y poner atención con lo que deseamos,
quizás no hallamos descubierto que estamos viviendo en una ciudad a escala
humana, donde tenemos espacios públicos donde interactuar, tomar el sol, soñar,
imaginar, proyectar nuestras vidas, buscar nuestra felicidad.
Montevideo, es en mi opinión una ciudad a escala humana; desde donde vivo
con mi familia (Pocitos) puedo llegar caminando a Carrasco o a Ciudad Vieja y,
desde luego, al Centro y si quiero al Prado. Existen importantes espacios
públicos, partiendo por la Rambla y el Parque Rodó que estamos estudiando.
A veces cuando voy conduciendo y el vehículo que me antecede se detiene en
medio de la calle para saludar a un amigo que se inclina en la ventanilla, lo
besa y se alegra de verlo, primero me caliento, pero después pienso lo bello
que es ese encuentro donde la gente se conoce y se quiere, porque hay ciudad a
escala humana y otra vez insisto que hay que cuidar los deseos que uno anhela
porque se pueden volver realidad y tal vez llegue un dia en que Montevideo sea
una ciudad desarrollada y ese conductor circule rápido por una vía expedita con
dirección a un lugar donde estará solo, porque no habrá nadie en el camino que
conozca, como ocurre en las grandes ciudades donde el vecino no sabe que hace
un mes que murió al de al lado.-
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