jueves, 20 de noviembre de 2014

TPU. F2: Miller, Florencia

Fácil de identificar, difícil de solucionar

El documental plantea las ideas urbanísticas del arquitecto danés Jan Gehl, quien defiende con vehemencia la idea de ganar espacio público para peatones y ciclistas. Las ciudades inhiben las relaciones entre las personas y repelen la inclusión y la intimidad; no obstante, es posible construir ciudades que generen el efecto contrario. Gehl afirma que si se construyen más carreteras, habrá más tráfico… pero si se destinan más áreas que funcionen como espacio público para las personas, se obtendrá más vida pública.

La película comienza exponiendo que “primero dimos forma a nuestras ciudades, ahora nuestras ciudades nos dan forma a nosotros”. En la década del 60 se dio un desarrollo económico e industrial en los países occidentales. Esto trajo aparejado una migración del campo a la ciudad. Hubo una acelerada construcción de conjuntos habitacionales, con unidades lejanas y autopistas de gran tamaño. Fue así que la ciudad se concibió como una máquina para vivir. La metodología de los modernistas, según Gehl, es la mejor forma de destruir una ciudad. Para ejemplificar de forma más clara, el documental muestra el caso de China, el país con el crecimiento económico más acelerado, donde también se adoptó el modelo de las ciudades occidentales.

Más adelante, el documental se centra en Copenhague, ciudad que atravesó en los años 60 el mismo proceso de modernización que vive China en la actualidad. Nadie sabía hasta ese entonces que la forma de construir ciudades podía tener una influencia tan grande en la vida de las personas. Gehl reunió un grupo de colegas y estudiantes para realizar un análisis del espacio público. De esta manera, lograron entrever los patrones de comportamiento de las personas en los espacios públicos cuando se prohibió el paso de vehículos en las calles principales de Copenhague en la década del 60. Infirieron que al peatonalizar las calles aumentaba la vida pública en dichos espacios.

La discusión que atraviesan muchas ciudades del mundo reside en cómo revivir los espacios públicos y redefinirlos, lo cual es aún más complicado de solucionar en ciudades donde los mismos se estaban extinguiendo. Se estaban perdiendo lugares para el encuentro entre los extraños.

La película continúa focalizándose en la ciudad de Nueva York, principalmente por el papel trascendental que allí se le otorga al automóvil. Aquí se menciona el cambio abismal que ha dado lugar la instalación de más de 50 plazas en la última década para el encuentro de transeúntes. El propósito es que cada persona viva a menos de 10 minutos a pie de un espacio público. Estos espacios son altamente transitados e incluso varios se han convertido en íconos de la ciudad, como es el caso de Times Square. La idea es que el ser humano ocupe el papel central que antes ocupaba el automóvil en el diseño urbanístico. Asimismo, vale destacar que esta ejecución ha logrado aumentar el número de usuarios que se trasladan en bicicleta, y disminuir los accidentes de tránsito.

Por último, el documental hace alusión a Daca, la capital de Bangladesh. Allí la gente más pobre se ha enfrentado a la terrible realidad de tener espacios públicos en estado deplorable. Sus habitantes salieron a protestar, cansados de que el gobierno continúe pidiendo préstamos para realizar y mejorar infraestructura para vehículos particulares.

El documental concluye expresando una crítica contra la sociedad que ve como única preocupación el crecimiento económico. De hecho, esto solo hace que aumente la desigualdad. Por eso debe haber una regulación sobre lo que se construye. Es posible distinguir un tácito descuido a las personas en la planificación de muchas ciudades.

En mi opinión, cuando un arquitecto proyecta una obra –sin importar la escala–, su intervención no queda delimitada por la parcela sino que, de hecho, su intervención está marcando una fuerte influencia en la ciudad. Es por eso que la obra arquitectónica no se puede proyectar como un hecho aislado, como si se pudiese ubicar de igual manera en cualquier parte del mundo. Por el contrario, antes de su proyección se debe hacer un análisis previo de la ciudad en que se va a ubicar y el usuario que hará uso de la misma. El documental se refiere, de cierta forma, a la misma idea al expresar que la ciudad da forma a la vida de las personas. ¿Quién podría negar que el Parque Rodó moldea la vida de los montevideanos en el día a día e incluso es parte del imaginario colectivo?

Si bien estoy completamente de acuerdo en que la creación y fomentación del uso del espacio público es un excelente recurso para incidir de forma efectiva en las relaciones entre las personas, creo también que la película se centra demasiado en las transformaciones positivas que generan los espacios públicos, y no hace mención sobre cómo construirlos o si hay un procedimiento más eficaz. ¿A qué me refiero con esto? Pienso que la película debería enfatizar en si hay una mejor ubicación para los espacios públicos, si deberían estar equipados de alguna forma en particular, o cómo se puede hacer para generar, por ejemplo, un espacio público en medio de edificios generando el menor daño posible en lo que ya está construido. En líneas generales, es posible decir que la película se centra en el “¿qué?” pero le estaría faltando responder el “¿cómo?”.


De todas formas, cabe resaltar que la película se ocupa de hacerle entender al espectador que la función del urbanista no consiste sólo en proyectar una ciudad o buscar formas de mejorarla basándose en ciertas ideas. Por el contrario, el trabajo del urbanista engloba varias profesiones como sociología, psicología, entre otras. El urbanista tiene que saber escuchar a las personas y observar sus hábitos. Sólo así, recopilando esta información, podrá obtener sus propias conclusiones y realizar una intervención en la ciudad de forma adecuada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario