Las ciudades han crecido mucho
en los últimos años. Se puede decir que se han transformado en mega ciudades,
que, debido a la existencia del automóvil, pueden tener una gran extensión.
Albergan más personas. Son más extensas. Sin embargo, son menos hostiles, no
invitan al ser humano a vivir en ellas, son ciudades que no han sido pensadas
para el hombre.
El hombre es un ser íntimo,
social, que necesita vivir en sociedad, como en épocas anteriores, donde se
agrupaban en pueblos, donde vivían familias enteras, y conocían a todos los
habitantes.
Las ciudades de hoy en día son
el opuesto a este concepto de ciudad “barrio”, con seres que sociabilizan entre
sí, que están en contacto. Los arquitectos modernistas fueron los encargados de
rediseñar las ciudades en el momento de expansión masiva. Pero no hicieron un
buen trabajo. Crearon una ciudad dividida en sectores, con las autopistas como
punto a destacar. Han generado ciudades como maquinas, donde las viviendas
pasaron de ser lugares amplios, ajardinados, donde vivían varias personas, a
ser espacios reducidos, compactos, para tres o menos personas. Están entonces
por un lado los edificios, y, por otro, el resto de la ciudad, que es un
espacio que nadie utiliza para estar, sino para trasladarse.
China es una clara
representación de este cambio. Antes era una ciudad que se financiaba y tenía
sus bases en la agricultura. Cuando la población se traslada a la ciudad se
produce una urbanización en un periodo de tiempo muy corto. Cambian los hábitos,
cambia la forma de vida y cambia con todo esto la ciudad y su estructura.
La urbanización aplicada no
genera un buen estilo de vida. Se destruyen los barrios pequeños donde solían
vivir. Barrios que eran muy hospitalarios y humildes pero que generaban
vínculos entre los habitantes.
Generan entonces un centro
comercial y laboral y barrios residenciales en el exterior de la ciudad, en los
suburbios. Esto provoca que el centro sea un lugar de pasaje, nadie valora esta
área de la ciudad. Allí es la zona de trabajo y es concebida como un espacio de
pasaje. Uno se levanta va al centro a trabajar y vuelve al lugar donde quiere
estar que es su casa. Sin embargo, tampoco se ha desarrollado de buena forma
esta zona. No son barrios residenciales como uno se imagina cuando se piensa en
este término: barrios jardín, con espacios verdes, calles amplias, poco tráfico.
Son lugares de altas torres que albergan a toda la población. No hay parques.
No hay espacios de vínculo y relacionamiento.
Es entonces cuando notamos que
algo se ha hecho mal. En el pasado no se creía que la arquitectura influía en
el hombre. No se pensaba la ciudad como un espacio del hombre, donde se
necesitan construir facilidades para que el mismo viva en un entorno cómodo y
habitable, sino que se pensaban todos los elementos por separado: por un lado
la población, por otro las viviendas y las calles y rutas.
No entender la ciudad como un
conjunto genera que el individuo no pueda sociabilizar, no tenga vínculo con
los demás, y viva cada vez más aislado.
Esto es lo que los arquitectos
de hoy en día buscan cambiar. Un proyecto arquitectónico no debe entonces
finalizar en el límite del terreno. Debemos estudiar y analizar los cambios que
estamos provocando, y tratar de generar un espacio urbano. Y así es como la
ciudad cambiara su forma para una más agradable, que tenga al hombre como
centro, y no al automóvil. La buena arquitectura es entonces la que reconoce
este cambio que debe hacerse, la que invita al usuario a vivir, la que le
permite desarrollarse en todos sus ámbitos, como ser trabajador, pero también
social. Buscamos ciudades con espacios de reunión, espacios verdes, espacios
públicos; que las personas se sientan invitadas a utilizar.
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